LAS FERIAS DE LIBROS EN TRUJILLO

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Un día, casi desesperado, salí de mi casa con dirección a la feria de libros en el centro de Trujillo. No era para menos, pues había estado leyendo las “Crónicas Perdidas” del célebre escritor Bryce Echenique, cuando sin pena de los lectores, que ignoraban, citó una serie de bellos libros literarios. Mencionó a “Ulises”, de Joyce; “El Hombre sin Cualidades”, de Musil; “La Guerra y la Paz”, de Tolstoi; entre otras novelas.


Yo conocía sólo por cultura general de la existencia de estas obras monumentales, pero aún no me había deleitado de su lectura.

Recuerdo que al salir de mi casa divisé a la distancia una combi. Alcé mi pulgar derecho, paró en seco y subí. Adentro el ambiente era cálido y hediondo, y en la medida que avanzaba la combi, aumentaba la hediondez. Despedían unos olores capaces de asfixiar a cualquier pasajero. Sino se desmayaban era porque no quería ser socorridos por los apestosos pirañitas que iban a nuestro lado. Yo no sabía por dónde refrescarme de aire fresco, las ventanas estaban selladas. Era tan insoportable, que los pasajeros respetables bajaron en grupo en el siguiente paradero, yo no fui la excepción. Bajé dos cuadras antes de lo previsto, en la avenida los Incas.
Caminar solo por estos lugares era peligroso, porque reinaban la delincuencia: 'choros' enchavetados, fumones locos, hasta estafadores de incautos. Era la calle más peligrosa de la ciudad. Ahí bajé solo. Opté por caminar. Era medio día y el sol estaba en el clímax de su resplandor; así como en su clímax estaba la congestión vehicular.En realidad los “clacsons” y los motores vehiculares no me fastidiaban. Quizás porque mi afán por los libros opacó totalmente cualquier otro interés.

Llegué a la primera feria, me llamaron con una voz estentórea: “¿casero que te vendemos?” “¿Casero?”, pero caseros les dicen a todos aquellos que visitan permanentemente la “Casa Verde”, o mejor dicho, con el perdón de los lectores, la casa de la ‘putería’. Yo, indignado por semejante ofensa- ceñí la frente y no quise entrar; pero no podía resistirme a palpar esos libros guardados en los anaqueles oxidados.Tímidamente ingresé a la feria, me preguntaron: “qué obra estás buscando”, de inmediato les dije: “El Hombre sin Cualidades”, de Musil. “¡Qué…!”, me respondió intrigada la vendedora gorda de piel bronceada. “Estoy buscando ‘El Hombre sin Cualidades’, de Musil” - le repliqué. “¿Acaso es sorda?, musité. Frunció el seño, miró alrededor de los estantes y atinó a decirme que esa obra no la tenía.

Pregunté por “Ulises” de Joyce, tampoco lo tenían. Casi resignado caminé un poco más al fondo de la feria, más o menos por donde los libros están casi botados y en el olvido. Le pregunté a la librera más antigua: “¿señora es usted la dueña?”, me respondió que sí, pero que la señorita de afuera me podía atender, porque ella andaba ocupada. Volví replicar: “pero señora su empleada dice que no tiene las obras que yo la he pedido.“¿Tendrá “La Guerra y la Paz” de Tolstoi?”, le pregunté de por última vez. “Por supuesto que la tenemos”, me dijo enérgicamente.

“¿Puedo revisar la obra?”, le pregunté. De inmediato con una voz estridente gritó: ¡Josefinaa…! Enséñale “la Guerra y la Paz”. “¿Enséñale?”, musité. De inmediato pensé que esta fulanita me iba a armar la guerra, tal vez me iba a votar a librazos de la feria. Motivos no le faltaban, me había quejado con su patrona, y probable la despidan, todo por mi culpa. Sentí escalofríos.

Me acerqué temerosamente a la muchacha Josefina. Se tardó en encontrarlo. Al rato me alcanzó el libro, con gestos despectivos. “Ah es esa editorial, a ese libro le faltan hojas, o repite páginas completas. ¿No tendrás, ediciones más anteriores?”, le pregunté intrigado. “No joven solo tenemos éste”, me respondió tragándose las salivas porque lo había hecho empolvarse las manos en medio de esos libros apolillados, para colmo no le compré, seguramente me empezó a odiar y para siempre. “Gracias”, le dije y sólo atiné a retroceder.

Salí decepcionado.Con las manos en el bolsillo, sobre todo para prevenir cualquier sorpresa de desfalco, me dirigí a la siguiente feria de libros. Ésta era más pequeña que la anterior. Sólo tenía un ambiente. Sus estantes estaban llenos, diría yo repletos de libros.Esta vez ya no pregunté al ayudante, sino al dueño, me respondió con claridad que no le sobraba ningún libro de los solicitados.

A lado de esta feria había otra, era la última. Ingresé me atendió un hombre que más parecía una dama, motivos no le faltaban: tenía cabello largo y rubio, y pronunciadas sombrillas en los bordes de sus ojos. Sus expresiones, sus gestos eran afeminados. Sin embargo, tenía una cara de buldog degollado. Más feo que el patito del estanque.“¡Hoola casero...!, ¿qué libros estás buscando?”, me preguntó.Otra vez esa palabra, me dije, yo le tengo pavor, no quiero ni pensarlo, casero es el que visita frecuentemente aquel burdel de el Milagro, pensé furioso.

Esta vez le alcancé la lista de las obras, los leyó detenidamente, al rato me dijo: Temo decirte casero, pero estos libros que buscas no los vendemos. “Entonces para qué los tienen”, le respondí alterado. Ella, o mejor dicho él me dijo: “estos libros sólo los alquilamos para que lo fotocopien”.¿Acaso no hay nadie en esta ciudad que tenga estos libros? Salí decepcionado de estos lugares buenos para nada. “Tendré que viajar a Lima”, me iba pensando.

Cuando había avanzado unas cuadras de regreso a mi casa, me acordé que un amigo amante de los libros me dijo que en 'Tacorita' vendían libros de toda calidad: usados y bien baratos. “¡Aguanta!”, pensé, ¿'Tacorita'? ¿Ir solo? ¡Solo no entro ni a bala…! especulé. Ese lugar está lleno de ‘rateros’ los más conocidos del mundo del hampa. En esas calles de nadie, sólo el más fuerte sale librado de ese submundo de delincuencia.Lo pensé dos veces y esas dos veces “mi solitaria” devoradora de libros, como decía Don Vargas Llosa, me inducían a caer en la tentación de ingresar. De modo que maniobrado por esos antojos de mi solitaria me arriesgué y caminando me dirigí hasta la entrada de esta tierra de nadie, donde cualquiera está propenso a las voluntades de los individuos que están al acecho de su mejor presa.

A mi costado había un niño harapiento que ofrecía sus periódicos; a mi otro costado, una jovencita de palabra triste, expendía marcianos descongelados; otra señora regordeta medio sucia ofrecía su “leche de tigre”. Y como fondo musical se escuchaba el canto de las divas: Sonia Morales y Dina Paucar.

Era un caos bullicioso.De pronto, al hacer mi ingreso triunfal en medio de ese gentío, sentí que alguien me agarró de los dos brazos hacía atrás, con una fuerza descomunal. Creí que era algún amigo que estaba bromeando. Volteé la cabeza y miré sobre mis hombros, era un negro que me escupía al hablar. Me amenazó cortarme el cuello si hacía algún movimiento en falso.Hice un poco de fuerza para zafarme pero este negro tenía la fuerza de diez elefantes.

Mientras pedía auxilio alguien de aspecto desagradable se acercó y metió sus manos sucias a mis bolsillos, sacó mi billetera, se dio el lujo de buscar con toda la paciencia del mundo el dinero ahorrado para mis libros, sacó mi dinero, y botó mi billetera.De nada valió haber pedido auxilio, la gente sólo me miraba estupefacta. No había solidaridad trujillana.

Recogí mi billetera, mis documentos dispersos en el suelo, y emprendí la retirada. “Mil veces maldita este lugar de mierda, acá no hay seguridad. La vida no vale nada. Casi me cortan el cuello ¡carajo! Anonadado quedé… mi mente yacía en blanco. Alguien me llamó y me dijo:“¡Joven…! olvidaste recoger tu agenda, ¿Has traído a vender algo? Nosotros compramos cualquier cosa robada, o usada”. “No señor”, le respondí. Sólo vine a comprarme un libro.

2 Responses to “LAS FERIAS DE LIBROS EN TRUJILLO”

  1. Soy también de Trujillo, pero vivo en Lima. Pensé que tu post se refería a las "ferias" de Libros del Centro de Trujillo, y la nostalgia me llevó a leerlo.
    Pero, veo que te refieres a una feria específica, que imagino debe ser la que se organiza una vez al año en la plazuela el recreo (creo).
    No he leido aún tus otros post, pero me parece que en éste te has explayado mucho.
    Saludos, ya estamos hablando.

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  2. Anónimo9:37 p.m.

    Como es posible reclamar que no encontraste lo que buscabas en una tienda de libros piratas? ... en trujillo hay bastante oferta editorial original. Fuiste a los lugares inadecuados, asi de simple.

    Ahora, cuidado ! ... Feria del Libro de Trujillo solo hay una ... la de la Plazuela El Recreo que se organiza cada dos años.

    No confundir a los lectores.

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