EL DISCIPULO DE CERVANTES: BRYCE ECHENIQUE

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Muchos jóvenes conocen la trascendental vida de don Miguel de Cervantes Saavedra, así como su monumental obra: “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”; donde consigue parodiar los libros de caballería y describir la gigantesca lucha entre el idealismo, cuyo papel protagónico recae en Don Quijote, y el materialismo protagonizado por Don Sancho.

Mi objetivo no es extenderme en el análisis de la vida y obra del maestro, sino, relatar la gran influencia quijotesca que tuvo, particularmente,en el gran novelista peruano, Alfredo Bryce Echenique. Bryce nos cuenta_ en su producción periodística “Crónicas Perdidas” de la Editorial Peisa, 2001_ que desde muy pequeño y probablemente antes de aprender a leer y escribir se dedicó a la literatura. Quizá el tiempo que un amante de la literatura se dedica a escribir y a leer. Suena incrédulo, pero se pasaba horas tras horas en la oscuridad de su cuarto, sobre su cama, creando historias, fantaseando con las vidas de sus amigos. Historias que más adelante le servirían para hacer sus primeros pinitos literarios.

Un día de primavera, cuando _Bryce_ finalizaba el quinto año de educación secundaria, y conversando largo y fluidamente con su profesor acerca del placer que sentía al fantasear con personajes reales, y que luego las convertía en historias irónicas, su profesor le hizo conocer que no era ni un loco ni un excéntrico Bryce, como decían sus amigos; sino un colega absolutamente inédito y sin obra, claro que sí, pero colega al fin y al cabo de don Miguel de Cervantes Saavedra. “Saqué orgullo y pecho nos cuenta-Bryce-pero no arranqué por Don Quijote sino por ‘La vida de Don quijote y Sancho’ de Miguel de Unamuno”. Libro admirable, que no pudo olvidar y gracias al cual, no ha vuelto a parar de leer en su vida.

Al terminar de leer ese libro de Unamuno, Bryce nos cuenta que su vida ya no fue la misma. “Había llegado la hora de leer al Quijote”. A los 18 años el autor de “Un Mundo para Julius” había leído y releído dos veces El Quijote de Don Miguel de Cervantes. La relectura de esta catedral obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” ha coincidido con el proceso de gestación o de escritura de algunas de sus obras. Aunque asegura-Bryce-que no siempre relee todo. Tiene sus preferencias. Sus capítulos. Tal es así que cuando escribía su obra que lo consagró como escritor: “Un Mundo para Julius”, releía el Quijote, un libro divertido, rebosante de comicidad y humor, con el ideal clásico de instruir y deleitar.

Es justo citar textualmente a la escritora española Ana María Coux, que declaró, en 1987 por la semana de autor, lo siguiente: “Estas obras de Bryce Echenique (incluyendo “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz”) se insertan en la tradición novelística cervantina… Las novelas de Bryce son como las cervantinas, irónicas y cómicas, novelas con humor. Si Don Quijote parodia al caballero andante, que resultaba a ojos ajenos la encarnación de la locura de su época, el loco melancólico Martín Romaña encarna, también al loco moderno, al neurótico profundo”.

Queda comprendido, en resumida cuenta, que Alfredo Bryce fue uno de los miles de lectores adolescentes, que cautivado por las aventuras caballerescas y la maestría narrada por don Cervantes, descubrió su vocación y le cambió la vida. Hoy en día se dedica, a tiempo completo, a fabricar historias para contarlas, con la ironía y la ternura que le caracterizan y la prosa inigualable a las que nos tiene acostumbrados.

A los jóvenes que nos gusta la literatura, no sabemos cual de las muchas obras nos marcará para siempre. Aunque probablemente sea Don Quijote y aún no lo sabemos, habrá que leerlo.

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