LA ÚLTIMA CENA

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Relato recogido por Luis Carlos Lamadrid Mendoza, Bachiller de Ciencias de La Comunicación de la Universidad Nacional de Trujillo

A Leonardo Da Vinci le llevó siete años completar su famosa obra titulada La Última Cena.

Las figuras que representan a los doce apóstoles y a Jesús fueron tomadas de personas reales. La persona que sería el modelo para ser cristo fue la primera en ser seleccionada. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esa obra, cientos de jóvenes se presentaron ante él para ser escogidos. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de algunos meses de búsqueda seleccionó a un joven de 19 años de edad como modelo para pintar la figura de Jesús.

Por seis meses Leonardo da Vinci trabajó para lograr pintar al personaje principal de esta magnánima obra. Durante los seis siguientes años, Da Vinci continuó su obra buscando personas que representarían a once apóstoles, dejando para el final a aquél que daría el rostro a Judas.

Por semanas estuvo Da Vinci buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos fallidos intento en la búsqueda de este modelo, llegó a los oídos Leonardo Da Vinci la afirmación de que existía un hombre con estas características en el calabozo de Roma. Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robos y asesinatos. Da Vinci vio en él un sujeto cuyo maltratado cabello largo caía sobre su rostro escondiendo los ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin había encontrado a quien representaría a Judas en su obra. Por medio de un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio del maestro. Durante varios meses, el hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci, mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús. Cuando Leonardo dio el último trazo a su obra, se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo llevaran.

Mientras salían del recinto, el prisionero se soltó y corrió hacia Leonardo Da Vinci para gritarle:

-¡Da Vinci! ¡Obsérvame! ¿¡No reconoces quién soy!?

Leonardo Da Vinci lo estudió cuidadosamente y le respondió:

-Nunca te había visto en mi vida hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma.

El prisionero levantó los ojos al cielo, cayó de rodillas y vociferó desesperadamente:

-Leonardo Da Vinci: ¡Mírame nuevamente, pues yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años…!

One Response to “LA ÚLTIMA CENA”

  1. Anónimo9:05 a.m.

    Excelente historia! Magnífica enseñanza sobre el cuidado al juzgar a los demás, y las sorpresas que, como en la salsa, nos suele dar la vida (nada está por completo asegurado). Abrazo.

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