CAJABAMBA, TIERRA DE RECUERDOS
by Trujillanos in Crónicas, Narraciones undefined undefined undefined 1

Pero esta vez el silencio se acabó. "La señora Peña del Olvido" muestra su descontento y argumenta por qué necesita una urgente atención, una remodelación y un cambio de nombre.
UNA PEÑA, MIL RECUERDOS

Por Wilson Caballero Tafur
Estoy herida de muerte. Parte de mi cuerpo se está desprendiendo y cayendo al vacío. Lamentablemente, los años no perdonan. Ya soy anciana, pero soy testigo de mil amores. Amores de ayer, de los buenos y sinceros… Cuántos recuerdos, cuántos nombres, cuánta pasión.
En otras palabras, cómo olvidar el amor de los quince años. Soy muda testigo del sonrojo de una quinceañera que recibe su primera declaración de amor y el primer beso. La joven pareja, tomada de la mano, inspirada en el atardecer que tiene como fondo el incomparable paisaje del Valle del Condebamba, se jura amor eterno.
¡Cómo olvidar ese romanticismo puro, casi inocente, de los quince años!
En mis recuerdos siempre están presentes los detalles que siguen al tan esperado sí. El emocionado galán graba el nombre de su amada y el suyo propio, enmarcado en un sangrante corazón, en la tradicional penca, que abunda en hábitat natural.
Bueno, creo que ya se imaginan quien soy… ¡Sí, acertaron! Soy La Peña del Olvido, el lugar más popular y tradicional de La Gloriabamba de Bolívar, imperturbable ojo de Cajabamba hacia el hermoso Valle que riega el, por momentos, caudaloso Río Condebamba.
Algunos de estos amores, terminan en forma trágica. Uno de los protagonistas opta por arrojarse al vació para concluir en el cause el Río Lanla que discurre por mis pies. Quienes tienen “base cuatro” recuerdan el sonado caso de Doña Vila. En los últimos años, algunos adolescentes también decidieron terminar con sus días arrojándose al abismo.
Otrora, el Río Lanla, que observan los turistas desde lo alto de mi humanidad, reboza de vida y era un placer pasear por su ribera. El aroma de las flores, que riegan sus aguas, era una caricia al ambiente. Ni que hablar de peces, llámese truchas, que abundaban en sus aguas. Hoy todo ha cambiado. Sus aguas están contaminadas. Los peces han muerto. ¡Qué pena mi pobre amigo Lanla! ¡También está agonizando!
Me he puesto sentimental y, ahora, quiero halar también de mi otro vecino. El Porotillo. El antiguo bello árbol, anciano como yo, igualmente agoniza. Actualmente se halla muy venido a menos. Manos extrañas lo han podado. Él, como yo, forma parte de la tradición y el paisaje de esta parte de Cajabamba. Quisiera pedirle a Dios un ejemplar castigo para este mal cajabambino que tuvo la osadía de faltarle el respeto al paisaje de nuestra provincia.
A mi mente llegan recuerdos muy bonitos que en este momento, me levantan el ánimo. Por ejemplo, el aspecto religioso. Soy principal protagonista de una de las fiestas católicas más populares y coloridas de nuestra gloriabamba: El Domingo de Ramos. Una parte especial de mi cuerpo (La Cueva de la Peña del Olvido) cobija a nuestro Señor antes de que inicie su recorrido hasta el Templo San Nicolás de Tolentino. Hasta mí llega el riquísimo olor del tradicional tamal y el de la chicha de jora madura “desde hace un mes”. Se me hace “agua la boca” con el aroma de los chicharrones y el mote que “conversan” muy animadamente… ¡y no sigo, porque sino…!
Para terminar quiero hablar nuevamente de mis dolencias.
Lamentablemente, la madre naturaleza hizo mi “estructura” de un material deleznable. No de roca dura ni sólida, como debió ser. Por este motivo, las lluvias han humedecido mi cuerpo y parte de mi humanidad ha empezado a caer al vacío. Y lo que es más, todo mi cuerpo amenaza con ir a parar al río, llevando a su paso al antiguo y bello molino de Lanla.

Quisiera también que sea remodelada mi sima. Me gustaría que se construya una hermosa plazuela con jardines, bancas y faroles. No deben olvidar el mirador o malecón. Todo esto se complementaría con una florida avenida que se iniciaría en el cementerio.
Amigos: ¿No les gustaría la idea? A mí sí.
A propósito, entre los cientos de turistas, incluidos enamorados, que me visitan ha surgido la idea de que mi nombre no debería ser “La Peña del Olvido” sino La Peña de Los Recuerdos. ¿Ustedes qué opinan? (Más fotos: cajabamba.8m.com )
Olvido puede confundirse con abandono, que parece ser el caso. Por lo que bien le viene cambiar el nombre por La Peña del Recuerdo.
ResponderBorrarEncontré muy grato de leer "El otro cuento".
Te encontré en Weboscope, Taylor.